domingo, 27 de mayo de 2012

Esa "EXTRAÑA" del Tuenti


Una vida. Una vida juntos. Desde pequeños hasta hace un par de años. Recuerdos me vienen a la cabeza como si de la semana pasada se tratasen, porque decir "ayer" sería demasiado precipitado. Siempre me he caracterizado por mi buena memoria y ella me lo decía: "hijo te acuerdas de to". Pues si, me acuerdo de todo, o mejor dicho, de muchas cosas porque de todo es imposible:

Me acuerdo de estar toda la tarde en un callejón jugando a ser mayores, a los Play Mobiles, a balón 'matao', etc. Cómo no recordar esas tardes en las que veíamos la peli de Titanic una y otra vez, tarde tras tarde. Con inocencia jugábamos a imitar a la película: carreras por los pasillos simulando las persecuciones, posando en el sofá imitando la escena del dibujo, empañando los cristales de la ventana con bao y pasando la mano para imitar cuando Jack y Rose... Bueno creo que ya está claro. 

Los niños son crueles y esa crueldad nos llevó a apoyarnos en momentos difíciles. Motes que hacían daño. Puñetazos que hacían heridas. Siempre estábamos ahí el uno con el otro para defendernos, apoyarnos y clasificar de injusta, rastrera y mierda a esta vida tan cruel. Pero gracias a ese apoyo mutuo salíamos adelante. 

También peleábamos. Peleábamos mucho. Más bien, discutíamos. Nos pasábamos el día discutiendo. Pero ya sabéis lo que dicen: de las buenas discusiones salen los buenos amigos. Y de entre nuestras imperfecciones mutuas y nuestro afán por corregir surgió algo grande. 

Esa cosa grande es la que echo de menos. Visité su tuenti. Vi sus fotos como tantas veces había hecho. Me venía a la memoria los momentos en los que le decía que no se echara fotos desde arriba, que me daba vértigo al ver su tuenti debido a su gran altura. Y una vez más veía lo gracioso que era pasar sus fotos rápido. Parece como si su cara se pusiera en movimiento ya que apenas varían la pose de una foto a otra. 

Pero no era como otras veces que veía las fotos. Me di cuenta de que no conocía a esa persona que salía en las fotos. Sabía de quién era, quién es su familia, dónde y cuando nació, su comida favorita, pero ya no la conozco. Se ha convertido en una extraña para mí. 

Con más lágrimas en el alma que en los ojos deseo volver a crear ese vínculo que tenía con ella. Ese vínculo que nunca se tuvo que haber roto pero que las circunstancias de la vida hace que se rompan. Y es que la vida es como un tren, un tren lleno de vagones en el que las personas se bajan al igual que se montan. Pero esta es una de las personas a las que yo quiero darle un billete hasta el final del viaje de mi tren. 





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